En la secundaria
leímos “El viaje del niño Goyito”, creo desde ahí anhelé poder hacer un viaje
así de trascendente, uno que marcara un antes y un después en la vida; bueno,
un día como estos de noviembre pero hace 10
años es que lo hice y de hecho que fue todo lo que esperaba… ¡y más!
La primera persona
en saber que iría a trabajar a la Capital fue mi Madre, la secuencia fue más o
menos así: sorpresa, risas y finalmente lágrimas, ella sabía que ese viaje no
sería como tantos otros que había hecho; recordando esto viene a la mente ese vals que dice “… y
mientras que mi madre muy triste y sollozando decíame: hijo mío llévate mi
bendición…”
A muchas personas
les agradezco el haber podido hacer ese viaje, pero a ella, a mi madre, se lo
debo, a su inmenso amor, sus cuidados, su fe en que si nos daba estudio nos
estaba dando una mejor vida y bueno a que, prácticamente de las patillas, me
llevó a estudiar a la pre allá por el año 1994.
Casi un año
esperando que se concrete esta posibilidad, meses antes, en agosto, había sido
entrevistado por el n.° 1 del SIAF y la cosa había salido bien, me dijo que en
una semana me llamarían, la semana se había extendido hasta este octubre, no
importaba, ahora ya era una realidad, claro con la ayuda de muchas buenas
personas que colaboraron conmigo, espero mencionar a todas ellas al final de
esta entrada; fue, también, creo yo, cuestión de haber estado en el momento y
lugar oportuno y como no, el haber tratado de hacer las cosas bien.
No obstante, la
cosa aún estaba un poco difícil. Para esta fecha, hace 10 años, estaba en
franca banca rota y frito con las deudas; la única forma de salir de todo eso
era buscar financiamiento para mi mudanza, lo cual no era mucho, pues solo
debía adquirir mi pasaje de ida, una maleta, y si la buena fortuna lo permitía
contar con una bolsa de viaje, esto requería de algunos cientos de soles, soles
que no sabía de dónde sacar.
Mis líneas de
crédito (de esas al 20% mensual) estaban al límite. Como última carta recurrí, con no poca vergüenza, a la colega
(hoy, gran amiga) Fredesvinda Aleman, Contadora General de la ilustre
Municipalidad de Corrales, a quien había visto en un par de oportunidades pero
a quien, esta vez, acudía en plan de cobranza; así le expuse que la
Municipalidad me debía el último mes que ahí trabajé. Fue ella quien
desinteresadamente colaboró con este indigente, al gestionar que se cumpliera
al menos con el 50% de la deuda; mi estimada Fredesvinda sabe que me ayudó, lo
que no sabe es cuánto. Hoy, 10 años después, le digo: Gracias.
Solucionado el
asunto del pasaje, comprada la maleta y con la promesa de que la estadía sería
cubierta por el empleador, cuando menos mientras dure el curso de inducción,
este “locas ilusiones” cruzó la puerta del bus, entre alegre y nostálgico, alzando
las manos para despedir por la ventanilla a mi madre. Ella, nuevamente ella, cuidándome.
Mi estimado José Panta
viajaba también, nuestro destino era el mismo. Si mi historia les parece simpática,
la historia de José es de novela, gran admiración por mi cumpa. Ambos nos dirigíamos
al futuro. La vida no pudo haberme dado mejor compañero en aquel viaje.
Curioso mi caso, salí
ilusionado por trabajar en el SIAF y en menos de dos meses después ya estaba en
otro trabajo, de locos, pero ese par de meses en el cuarto piso del MEF fueron algo
que aún extraño, digno de ser recordado como uno de los pocos lujos “laborales”
que he tenido.
Entraba a trabajar
pasadas las 8 y media, previo sanguchito donde la “tía veneno”, y salía muchas
veces pasadas la media noche, mi estimado José Panta y yo éramos, en buena
cuenta, los pilotos de prueba de las nuevas versiones que salían del SIAF para
Municipalidades, éramos (y así decía nuestro contrato) “Control de Calidad”, nunca
hice algo que me gustara tanto y encima me pagaban por hacerlo.
Leí por ahí que la
vida es un lienzo al cual se le da el último brochazo el día que nos meten a un
cajón; todos y cada uno de los trazos, formas, colores, etc. sobre este lienzo,
son nuestras acciones, decisiones, etc. Creo que es la mejor analogía sobre la
vida, mejor que esa de que la vida es un camino, porque no se trata de
avanzar solamente, se trata de hacer algo que tenga forma y, sobre todo, fondo.
No sé si algún día
regrese a mi pueblo a vivir, me gustaría. Por lo pronto, regreso muchas veces
en sueños, por ahí lo escribí alguna vez, mis recuerdos vuelan para allá cada
vez que se pueden escapar, algunas veces que voy en bus de noche y veo luces a
lo lejos, ya parece que se trata de las “piedras blancas” dándome la bienvenida
a mi Corrales.
Agradecimientos:
El haber estado en
condiciones de ser propuesto para el SIAF es algo en lo cual participó mucha
gente, desde mis profesores y amigos de la U hasta mis primeros jefes y
compañeros de trabajo, todos aquellos de quienes aprendí algo que en su momento
me fuera útil.
Hablé de la Pre,
pues ahí fue donde conocí a un ángel que me ayudó, de una forma que tal vez
nunca lo supo porque nunca se lo dije, yo mismo recién puedo verlo ahora, a ti
CRVG… ¡muchas gracias!
De las aulas
universitarias, cómo no mencionar a mi partner Cosden Oballe, socio en la
conquista de créditos universitarios, juntos, codo a codo, dimos cuenta de los
cursos desde el tercer ciclo hasta el noveno, no hizo falta llegar al décimo
pues nos graduamos con la promoción que nos antecedía y no paramos hasta sacar
el título, tesis incluida, en el año 2000. Cosden, por permitirme caminar
contigo, gracias.
A mi gente de la
Oficina de Contabilidad de la Universidad Nacional de Tumbes, Ronal Acosta,
Edwin Ubillus, Don Víctor Risco y especialmente Teresa Luna, mi madrina de
cariño. Lucy Estela me recomendó, Edwin me avaló, Ronald me propuso y Don Víctor, el Jefe, me aceptó (a pesar de estar
solamente en el quinto ciclo), pero quien me formó en el trabajo fue Teresita,
mi primera jefa. Gracias Techita.
La Oficina de
Contabilidad del CTAR Tumbes (ahora Gobierno Regional), increíble experiencia,
fueron casi 4 años ahí, el dream team,
Walter Apaza, José Panta, Maripi Ricardi Henckell y el Jefe Jorge
Sipion; cómo no, la señora Carolina Villena y el maestro Augusto Burneo a todos
ellos, mi eterno agradecimiento.
Margarita Obando es
a quien debo agradecer enormemente la posibilidad de haber formado parte del
proyecto SIAF y estoy seguro que lo mismo dirán todos los tumbesinos (no han
sido pocos) que pudieron entrar, muchos de los cuales aún siguen por ahí.
Particularmente, por esas casualidades de la vida, una de mis obligaciones era
registrar, a mano, unas –bastante tediosas- fichas que, según supe luego,
servían para catalogar los casos tipos que serían incorporados a la
programación del SIAF.
Era el año 1997 en
la Oficina de Contabilidad de la UNT, y Margarita, que por aquellos años era la
responsable de la implementación del SIAF residente en Tumbes, tenía la enorme
tarea de hacer que esto funcione, yo, felizmente, estaba en el medio de todos
estos cambios. Aquel año enviaron un software en foxpro, suerte la mía haber
sido encargado del registro.
Para cuando pasé al
CTAR (año '98) volví a encontrarla. En el ’99 el SIAF entró en vigencia,
con un software en visual fox, fue todo un shock en la gestión tradicional de
los recursos del estado y sobretodo en la Contabilidad, felizmente que
estuvimos preparados. Sin lugar a duda estuve
en el lugar y el momento oportuno. CTAR Tumbes implementó el sistema y logró cerrar
Estados Financieros en el SIAF desde aquel histórico año ’99.
Aún recuerdo el
rostro de susto de Margarita cuando me dijo: “¡Te va a entrevistar el mismo Sr.
Barletti!”, como ya lo dije, el número uno del SIAF se tomó la molestia de
entrevistarme para el trabajo. Margarita, gracias.
Ya mencioné a
Walter, tengo que volver a hacerlo, él fue el primero en entrar al SIAF, su
excelente trabajo fue nuestra mejor carta de presentación, gracias a él, como
pionero, se abrieron las puertas a muchos otros, ahí le seguimos: Reddy
Castillo, Alberto Herrera, Marco de Lama, José Panta y quien escribe estas líneas,
sé que con los años fueron más de 15, estoy seguro que para todos nosotros Walter
Apaza es una verdadera leyenda.
Y con broche de
oro, mi estimado Luchito Muñoz, le bastó un viaje a Tumbes para apreciar lo
bueno de nuestra tierra, sé que colaboró con nuestra causa y con quien esto
escribe, honrado de ser tu amigo estimado Luchito, mil gracias.